Patagonia es una empresa valorada en más de USD 3000 millones, recientemente su fundador Yvon Chouinard la ha regalado para combatir el cambio climático.
¿Su fundador se ha vuelto loco, o por lo contrario es algo que la empresa ha luchado por el principio?
En esta entrada vamos a conocer un poco acerca de la historia de esta empresa y su fundador y analizaremos el porque de esta decisión, que a priori parece tan descabellada como altruista.
La dicotomía que puede surgir en cualquier charla de café, entre amigos y familia, entre la postura de cierto grupo sobre el “empresario capitalista despiadado” con su típica respuesta de “¿Por qué no construyes tú una empresa y donas todos los beneficios?” parece haberse zanjado con la decisión tomada por Yvon Chouinard.
Ahora bien, ¿de donde nace esta iniciativa tomada por el fundador de Patagonia?
La naturaleza como inspiración
Yvon se inició como escalador en 1953, a la corta edad de 14 años, como miembro del Southern California Falconry Club, su fascinación por los halcones lo llevó a desarrollar una pasión por la escalada, para poder apreciarlos desde lo alto en su entorno natural, este amor por los animales y la naturaleza es algo que va a estar presente en toda la historia de este peculiar ser humano y formarán parte crucial de cada una de sus decisiones personales y empresariales, iniciando su carrera como proveedor de productos para senderismo y montañismo a través de la fabricación de sus propias herramientas para realizar estas actividades, las cuales fueron tomando mayor popularidad entre su entorno cercano, dándose cuenta que podía practicar su pasión y al mismo tiempo convertirla en una fuente de ingresos.
Nuevos productos e innovación
En 1970 Chouinard Equipment (predecesor de Patagonia) se había convertido en el principal proveedor de material de escalada de los Estados Unidos, lo que lo llevó a diversificarse, ingresando al mundo de la indumentaria como una forma de respaldar y potenciar su negocio de herramientas para escalar. En un mercado donde toda la comunidad montañera confiaba en las capas tradicionales de algodón, lana y plumón, que absorben la humedad, Patagonia buscó inspiración en otra parte: en los pescadores del Atlántico Norte, quienes utilizaban pelo sintético para aislar la humedad sin absorberla: se secaba mucho más rápido disminuyendo la cantidad de capas que un escalador tenía que usar, lo que provocó que sus productos sean cada vez más populares entre los amantes del senderismo.
De producto de nicho a producto mainstream
Gran parte del éxito de la marca se debe a la capacidad que tuvo Yvon Chouinard para trasladar el éxito de ventas de Patagonia desde el mercado outdoor a uno mucho más amplio y popular. En una época donde la indumentaria para escalada utilizaba colores como el negro, verde petróleo o café, Patagonia empapó la línea de sus prendas con colores vivos, introduciendo el rojo, amarillo, azul Francia, combinando calidad y diseño, logrando entrar de esta manera al mainstram de la cultura popular, fue en este momento donde la empresa entró en un crecimiento exponencial convirtiéndose en una de las empresas privadas de mayor crecimiento.
Crisis y vuelta al Propósito
Durante la década del 90 se juntaron diferentes factores que pusieron un freno a este crecimiento que venía ostentando la marca, errores internos, sumados a un período de recesión económica estuvieron a punto de poner en jaque a la empresa. Ante esta situación Yvon convocó a sus mejores ejecutivos y los condujo en un viaje inspiracional con destino a Sudamérica, a la Patagonia, región que había inspirado el nombre de la compañía, este paseo logró su objetivo: reencausar la compañía dotándola de esa misión que lo había inspirado en un inicio: “Crear los mejores productos sin causar un daño innecesario y utilizar el negocio para inspirar e implementar soluciones para frenar la crisis del cambio climático”
Generación de Impacto y cumplimiento del propósito empresarial
Patagonia, desde sus inicios como empresa, dona grandes sumas de dinero a pequeñas ONG o activistas ambientalistas y cada año multiplica estos esfuerzos llevándolos a todos los niveles posibles, desde los procesos y materiales de fabricación y packaging de sus productos, sus políticas internas y de recursos humanos, su comunicación que busca inspirar a otros a evitar el despilfarro y el sobre consumo, incluso de sus propios productos, llegando al punto cumbre de su filosofía y propósito: donar el 98% de su empresa a combatir el cambio climático.
Como podemos ver, esta decisión no fue tomada de la noche a la mañana, no fue un arrebato de locura de su fundador, sino que ha logrado, los 84 años, trabajar finalmente en la causa que más le importa: devolver a la tierra lo que la tierra le ha dado.